martes, 10 de noviembre de 2015

El crédito: Monte de Venus en el Monte de Piedad

Si quieres un deseo que merezca la pena, paga por él. No pagues más de lo que vale o te frustrarás; tampoco pagues menos: las rebajas son para los grandes almacenes, no para las pasiones.

Los deseos no son baratos, ni siquiera los pequeños, pero no se eligen unos u otros en función del efectivo emocional del que dispongamos y queramos utilizar sino de la necesidad, de las ganas que nos posean y, un poquito, de la suerte.

Por ejemplo: he visto a veces amigos con unas reservas amorosas llenas con su contenido en sazón que no podían darlas porque se volcaban sistemáticamente en un recipiente poco adecuado. ¿Un gran deseo eligiendo un objeto calcificado, que no filtra? Qué enorme tristeza. Ríos de deseo del bueno yéndose por la alcantarilla como el vino en las fuentes de alguna ciudad de cuento.

Otro caso es tan peligroso como es vivir.
Todo sale natural así que se aporta en seguida como garantía de pago un libro favorito, cuatro o seis canciones, los recuerdos de una playa durante una tarde en la que parecía no pasar nada, un chiste que aumenta la deuda cuando se empieza a repetir hasta que es necesario empeñar también en el Monte de Piedad las risas que ese chiste genera. En ocasiones extremas esas risas o esas miradas o ese enfado que se comprometen son tan necesarios para el cuerpo que parece que desde la Caja de Ahorros Anímicos te tiran de las vísceras de forma constante. Es desagradable.

Los créditos emocionales pueden tardar años en saldarse. Casi siempre –y esto es maravilloso– se quedan de por vida deudas o extravíos. Te devuelven un parque o la obra de una pintora con el color y el olor fatigados y hay trozos de frases resecas adheridos a aquella camiseta que nunca te volverá a sentar tan bien ni falta que hace.

Cuando al fin ahorres para recuperar y guardar en su caja la risa que suena pura mientras llueve, vislumbrarás quizá un color de carmín o una melodía pegadiza en los estantes y te preguntarás: ¿Quedaron asociados al disfrute de una cerveza compartida? ¿pagaron un beso de reencuentro, de despedida…?

Si quieres un deseo que merezca la pena, no te guardes las miradas ni los silencios, el chocolate ni las corvas ni el cielo de invierno.




 […]te tiran de las vísceras de forma constante. Es desagradable.

lunes, 5 de octubre de 2015

Cómoda tumba

Yo soy de las que reviento.

Reviento primero, luego me arrepiento. Contemplo durante un rato mis vísceras pringando cosas que será imposible limpiar y no me soporto.

Puse mi cabeza en una pica clavada ante la puerta para saber lo que iba a entrar. No funciona, porque lo ojos de fuera están muertos y el lenguaje de los muertos no lo entiendo y no sé si me serviría entenderlo.
Sería entender los aledaños de los difuntos y dejar de entender los míos.
Sería ser otra persona, seguramente viva, pero otra.

Otra… no, no quiero. Quizá un poco distinta.

¡Vértigo, vértigo; ya no soy ya no vuelvo ni puedo volver!

Esa que irracionalmente deseo ser es yo sin miedo, y puede que una vida sin miedo no merezca la pena vivirla.

(No se elige.
¿Se elige?
Puede que sí.
¿Se elige no elegir?
No, eso no.
Es siempre el presente un carbón ardiendo).

Zia Mei
08-03-10

Me sigue ardiendo la cabeza


martes, 22 de septiembre de 2015

Estáticas caricias

La mano extendida haciendo hueco para apoyar en ella la cara; siempre me ha gustado esa imagen que expresa una querencia, una salvación inmediata y efímera.

Como un perrillo,
Como un amante,
Como una hija,
Como una madre,

Y me gusta aunque después no me saques a pasear.
aunque no pasemos la noche juntos.
aunque no me cuentes un poco del significado de las cosas.
aunque no sepa lo que estás pensando y no me pueda parar a preguntarte porque mañana llueve y hay que recoger la ropa.
Zia Mei
19/09/10

Almacén de cabezas (I)

Almacén de cabezas (II)

Glamour

– ¿Para qué lo quieres, si sabes que no lo vas a usar?

– Pues para saber que lo tengo y que puedo malgastarlo, literalmente, porque no sé usarlo.
Vamos, lo normal.
¿Lo puedo conseguir sin esfuerzo, o no?

Zia Mei
07/05/10


Táctil (II): La parte convexa del interior del cráneo

Parece que los martes pienso en la esfera, y con 'esfera' me refiero a todo lo que es para deslizar por el hueco de la mano: rizos, omóplatos, ombligo, corvas.

Me concentro en que la cabeza palpe y la mano escriba.
Las yemas de la boca las falanges de la nariz.

Compruebo, para no errar, que estoy físicamente sola en la habitación.

Abro el cuaderno, ¡qué homenaje!
Te huelo. Te gusto. Hago cuenco para recoger las cascadas de suavidad, de tibieza.
Eco amplificado de la cara interna de tu antebrazo que me roza apenas. Sé el tacto que busco y se multiplica del codo a mi palma.

Te escucho. Desfallezco de belleza. Te escribo.

Zia Mei
30/11/09



Colaboración para "Un mal buen inicio"

Muy agradecida a Canichu por dejarme colaborar con una ilustración (¡la del cierre!) en el relato seriado "Un mal buen inicio" que podéis leer en su blog Noticias de un espía en el bar.
Lo han escrito entre Canichu y Luis abad, y el resto de ilustraciones (estupendas y originales todas) las han hecho Chicha "Excelentísimo Chechu" y Ramón Sánchez.

Aquí tenéis los enlaces. Un relato de género negro que transcurre en Alcalá. Me ha encantado.

1) 
http://espiadelbar.blogspot.com.es/2015/08/noticia-1509-desde-el-bar-un-mal-buen.html

2) http://espiadelbar.blogspot.com.es/2015/08/noticia-1510-desde-el-bar-un-mal-buen.html

3) http://espiadelbar.blogspot.com.es/2015/08/noticia-1511-desde-el-bar-un-mal-buen.html

4) http://espiadelbar.blogspot.com.es/2015/08/noticia-1512-desde-el-bar-un-mal-buen.html

5) http://espiadelbar.blogspot.com.es/2015/08/noticia-1513-desde-el-bar-un-mal-buen.html

6) http://espiadelbar.blogspot.com.es/2015/08/noticia-1514-desde-el-bar-un-mal-buen.html

7) http://espiadelbar.blogspot.com.es/2015/08/noticia-1515-desde-el-bar-un-mal-buen.html

8) http://espiadelbar.blogspot.com.es/2015/08/noticia-1516-desde-el-bar-un-mal-buen.html

9) http://espiadelbar.blogspot.com.es/2015/09/noticia-1517-desde-el-bar-un-mal-buen.html

10) http://espiadelbar.blogspot.com.es/2015/09/noticia-1518-desde-el-bar-un-mal-buen.html

11) http://espiadelbar.blogspot.com.es/2015/09/noticia-1519-desde-el-bar-un-mal-buen.html

12) http://espiadelbar.blogspot.com.es/2015/09/noticia-1520-desde-el-bar-un-mal-buen.html

Y el que me toca. Emoticono smile 13) http://espiadelbar.blogspot.com.es/2015/09/noticia-1521-desde-el-bar-un-mal-buen.html

martes, 1 de septiembre de 2015

Táctil

¿Por qué tan táctil si no traes la muerte?
¿Por qué dulzura si la sal pronombras?


Muerte vegetal

Zia Mei 5 de julio de 2015

domingo, 16 de agosto de 2015

Backorder

Estoy buscando utilidad para estas ingentes cantidades de tristeza que no paran de llegar.

Cuando asumí que la empresa de transportes no se haría cargo de una devolución sin remitente empecé a compactar el material para hacer muebles. Hasta he buscado un nombre chulo: "Blue Press", que queda evocador pero ambiguo. Es transparente y liso como el metacrilato pero no resulta gustoso al tacto. La prueba de banco corrido + mesa centro + estanterías fue desalentadora: el banco deja fría la nalgada y los cojines se escurren. La mesa calienta los refrescos y reviene el jamón. Los libros de la estantería se tumban; y se tumban; y se tumban hasta que se caen.

No consigo localizar a los que encargan tanta y tanta tristeza. Las cajas vienen nuevas y recientes, no son una devolución, sólo un error. Tienen que estar en algún sitio reclamándolas como locos y les dirán que no disponen de existencias o, como dicen los modernos, que "están en backorder".

Envié una muestra a una fábrica de cerveza por si era buen aditivo, como el lúpulo. Me han dicho que es demasiado amarga y que las resacas son atroces, pero que los usuarios beben más con la tristeza.
No la descartan aún.


Si la tristeza fuese barba
16 de abril de 2015, pero se aplica en muchos momentos.



jueves, 30 de julio de 2015

Mi amor mío

–"Me he vuelto a correr pensando en ti."

Le dije, con los dedos aún pringosos, al espejo que reposa sobre mi mesilla.

Balancín

sábado, 13 de junio de 2015

Tíovivo

Corona de puñales, rojo vivo;
me gira en la cabeza un tíovivo.

Hieren tus mil matices de belleza:
mueves un tíovivo en mi cabeza.

Zia Mei  ¿2011?

Tiovío en un jersey de cuello pico.

viernes, 15 de mayo de 2015

Pensamiento y madreselva

Plantaciones de cuchillas
se abonan en este cuerpo.
Filos de gris azulado
cubren, feraces, el cielo.

Cuerpo que sufre sin nombre,
nombre que duele sin cuerpo:
descarnado apelativo
para un alborozo seco.

Tábanos de gelatina
pinchan, ansiosos, mis dedos.
Moscardos de esparto y grasa
desovan en mi contento.

Mi alegría está corrupta
y malogrado mi tiempo.
Tábanos de mantequilla
taladran hasta los huesos.

¿Ya no vuelas, pajarico?
¿Ya no disfrutas del vuelo?
Lloran plumas de abanico,
sobre patas de pañuelo.

Tengo una almendra por pico,
la almendra crece en el suelo.
El pajarico ya es árbol,
mi tronco es el de un almendro.

De plumas hago plumillas
y de mi vientre un tintero;
si como una almendra amarga
es de tinta su veneno.

Tejo, amapola y ortiga
se abonan en este cuerpo.
Pensamiento y madreselva
cubren, feraces, el cielo.




miércoles, 13 de mayo de 2015

Luz roja

El día en que vuelva a verte enfermaré de deseo.
No será como otras veces, cuando al respirarte me espeso, me relleno y se me hinchan los labios con rubor.

El día en que vuelva a verte ya no habrá aire suficiente para quemarme, así que tendré que fermentar en parte.

Ver mi cuerpo consumirse en un fanal tendrá la belleza incandescente que tienen los desastres naturales.

Nada podrás hacer; nada puedes.


lunes, 11 de mayo de 2015

La espera incierta en el negociado de las sillas grises






–Espera.






–Espera, te he dicho.






–Han pasado apenas diez años.
Tienes paciencia para más.
Puedes esperar veinte o treinta sin gran esfuerzo.
He preguntado a tus amigos.
He preguntado a tus padres.
He preguntado a tu pareja.
Le he preguntado a Hacienda por ti. Espera.






–Puedes cambiar de negociado si te aburres de éste.
En el siguiente las sillas son verdes.
En el posterior las sillas son azules.
Inmediatamente después hay uno de sillas amarillas.
Quince años en cada sala, pero las salas son grandes.






–Todos nos impacientamos de vez en cuando, es natural.
Sí, claro que te puedes sentar. Veinte o treinta años, como mucho.

Sentada

domingo, 3 de mayo de 2015

Estaba probando distintas formas de leer a Pereira en voz alta

Eran perfectas las clases de literatura. Eran más vida que escritura, la esencia misma de las percepciones y no un simulacro de ellas.

Durante mayo, a causa del calor, arreció la sensación de vivir uno de esos tipos de irrealidad con poco filtro: lo que imaginas se hace cierto, lo que lees se te mete más adentro que los recuerdos propios, lo que escuchas se desliza denso y rápido por el oído como el veneno que acabó con el rey Hamlet.
(escuché aquel mayo tantísimos venenos tan dulces tan intensos tan destilados que aún me matan un poco de vez en cuando)
Entendía los desmayos de las monjitas después de leer

         'Gocémonos, Amado,
        y vámonos a ver en tu hermosura
        al monte ó al collado
        do mana el agua pura;
        entremos más adentro en la espesura.

        luego a las subidas

        cavernas de la piedra nos iremos,
        que están bien escondidas,
        allí nos entraremos,
        y el mosto de granadas gustaremos.'

del "Cántico espiritual" de San Juan de la Cruz.

Destripé sonetos de Lope y de Quevedo como quién resuelve un crucigrama, dando grititos de alegría con cada hallazgo.

Es posible que Juan Antonio Martínez Comeche, que era el profesor de literatura aquel curso, no se acuerde del día en que explicó cómo mirando un manuscrito de Lorca habían visto que no era comiendo sino 'corriendo los membrillos de veneno'. Sólo cambiaba un fonema, pero eso modificaba el significado y lo complicaba. Comeche, con los ojos ardiendo como carbones, rememoraba la lectura de aquel manuscrito lejano en tiempo y espacio.


Disfruté aquellas clases tanto que creo que no se podía sacar de ellas más rendimiento.

Aparte de las intervenciones en clase y el examen o lo que fuese, había que presentar un trabajo de fin de curso. El tema era libre, y podía ser hasta divertido elegir: "Bukowski es la polla. ¿Puede entenderse "Factótum" como autobiográfico? ¿de verdad?".

Algún tema del que tuve noticia fue encantador y delirante.

Con esfuerzo enloquecedor y gravemente enferma de esa angustia contra la que ya tendría que estar inmunizada escribí unos folios, pero me salió un relato, no un trabajo. Mi nota se rebajó bastante.
Lo intenté. De verdad que lo intenté. Vueltas y vueltas: sé que tengo lo que hay que tener en el almacén inmenso de mi cabeza, ¿por qué no encuentro lo que busco? Ayer noche recordaba la imagen de la llave que es además la cerradura única para la que está creada.

El trabajo-relato hablaba del escritor leonés Antonio Pereira.

Me encanta Pereira. Su "Palabras, palabras para una rusa" habla de la sensualidad (Sensual: adj. De los sentidos o de las sensaciones que suscitan) de los sonidos.
El relato pertenece al libro "El síndrome de Estocolmo". He encontrado este pdf por ahí.

Os presento a mi rusa, mi amor:

http://www.fundacionantoniopereira.com/obra/cuentos/palabras_para_una_rusa.pdf


miércoles, 22 de abril de 2015

sábado, 18 de abril de 2015

La cabeza sobre mi cabeza

Ñam, ñam.

Tengo una cabeza flatulenta, hecha casi entera de una boca como el hueco que deja una raja gorda de sandía y las mandíbulas abiertas a 300 grados para comerlo todo. Es una cabeza gigante y torpe, una falsa cabeza sobre mi cabeza que da tumbos y se endereza según va creciendo y cambiando de consistencia: intestino delgado de animal limpio y desecado, luego globo sobre una varilla de plástico, luego careta de goma para carnaval y al final neumático rosa de bicicleta. Cabeza que come sin parar y sin ver.

Come cosas, pero prefiere comer –delicadamente como los perros sujetan con los dientes el pellejo de sus cachorros– gente. La que va encontrando por la calle, personas con las que se topa y coge con cuidado con sus dientes sin ojos: les levanta un poco para dejarles caer en el paladar o en la lengua, les sujeta con las mandíbulas como si estuviesen recubiertas de poliuretano. Ellos siguen caminando como si nada mientras ñam ñam la boca rodea con la lengua-alfombra-moqueta-edredón la parte de ellos que no es ellos pero sí.

La lengua recubre y chupa de lado la cabeza sin gente de la gente que pasa. Punta de la lengua muy de punta, detrás de las orejas. No le interesa, sólo come; ni tiene hambre, pero come y se hace cada vez mayor. Mi pseudocéfalo indolente come y no sabe pero por su gozo tiene en comparación conmigo cada vez más entidad.

Ñam, ñam.
Me falta sal, lo noto; me falta sal.

¿1998?



viernes, 17 de abril de 2015

Melocotonomaquia

"Toda la noche, en el huerto
mis ojos, como dos perros.

Toda la noche, corriendo
los membrillos de veneno."

Federico García Lorca. Fragmento de "Gacela VII del recuerdo del amor"


Se cimbrean juncos con cabeza de melocotón maduro por el laberinto simple de las avenidas.
"Corriendo los membrillos de veneno", decía García Lorca como si fuese la fruta en sazón una res brava.
No quiero melocotonomaquia. Sí quiero hacer recortes cercanos, más cercanos, pero no quiero que me arrollen. Los veo pasar tan hermosos y salivo porque percibo el olor en mi cabeza.
Yo quiero esto: la primavera en la calle y gente, mucha gente, gente nueva. Paseo por un frutero gigante con piezas envueltas en paquetitos. Tomate, manzana, fresa, uva. ¿Muerdes, se vierte el jugo? ¿Coincidirá el gusto con el aspecto?. Qué hermosos son los humanos cuando se está sensible a ello. Qué fácil es descubrirlos hermosos. Qué hambre, qué rechinar de dientes; jugosos humanos, naranjas frescas o secas.

Abril 2010



lunes, 13 de abril de 2015

¿De qué huyes tú, niña?

"¿De qué huyes tú, niña?", me preguntó Pilar Baena vía feisbuc con su habitual gracejo haciendo un juego de palabras con el nombre del café-librería donde me estaba solazando: La Fugitiva, en la calle Santa Isabel de Madrid.
Le contesté cuando ya tenía en el cuerpo unos vinos y había pasado una tarde de charla extraordinaria con mi amiga Gema. Un vicio llama a otro y el bebercio a veces te infecta con algún soneto:

Hoy huyo de la angustia y la tristeza,
de aquello muerto que nos dan por vivo.
Huyo del verbo fácil, y el esquivo

verbo es el que no me da pereza.

Huyo del exterior, pero en mi oreja
vierten palabras sabias mis amigos.
Recibo sus consejos y los sigo;
yerro y me encuentro hogares, nunca rejas.

Siempre huyo de mí misma, y cada paso
en mí misma tropieza, y redoblada.
Refléjase mi cara en cualquier vaso.

Me apuro y me consumo, quedo en nada.
Mas pienso que la nada es un ocaso:
la noche es magia, y luz la madrugada.

Zia Mei


Un soneto es un pecadillo que te suele dejar con hambre. Por su culpa salió así mi versión formal de "¿Ha leído a Pirandello?".
:-)



sábado, 11 de abril de 2015

¿Ha escrito usted formalmente a Pirandello?

La forma (cómo no) rebuscada que tuve para aprender a concretar mis mensajes fue apuntarme a un curso de escritura creativa en La Posada de Hojalata. De 'deberes' había que hacer un relato a la semana, trabajando cada vez una cosa.
Una vez tocó poner en voz formal el relato "¿Ha leído a Pirandello?", de Charles Bukowski.
Sólo me salió esto.


Pirandello
Zia Mei

Mi amor ya no me quiere ni en su casa.
A Amor despido, mas preciso un techo,
silla, paredes anchas, precio estrecho.
Me escribiré otra vida: tabla rasa.

El mundo va deprisa y yo despacio,
soy sabio y mentalista: soy poeta;
un viejo cínico al que nadie ya respeta,
mis ansias de lectura nunca sacio.

Una venus madura me ha tentado
con sexo fácil y un rato de olvido.
De nuevo la indolencia es mi pecado.

Pregunta por lo mucho que he leído,
y si a mi lengua un uso más salaz he dado.
Mañana estoy sin lecho, y hoy perdido.





sábado, 4 de abril de 2015

He probado casi de todo. Sí, de eso también. No, a mí no me funcionó.

He probado casi de todo.
Sí, de eso también.
No, a mí no me funcionó.
De lo que no he probado no puedo hablar.

Decirlo no es vivirlo.

No, no me ha servido lo que me contaste. No creo que nuestras situaciones se parezcan ni que yo lo pueda resolver como tú hiciste. De hecho pienso que no lo tienes resuelto, pero me gusta escucharte.
Sí, aunque te quejes, ¿acaso yo no me quejo?

¡Oye! No aproveches para recordarme todas la cosas que dices que haces mejor que yo; a mí no me sirve y si te sirve a ti, malo.

Es cierto que llamo poco; es esta temporada tan rara, la verdad es que apenas llamo a nadie pero ya sabes que en cuanto empiece no habrá forma de callarme.

Como si lo de pensar menos fuese tan fácil. ¡Dijo la sartén al cazo! Pero si tú pareces una centrifugadora, venga de darle vueltas a todo.

Ya va tocando quedar a tomar café, ¿no?. Mejor di tú qué día, porque si me olvido de llamarte para quedar me sentiré mal y si te llamo y tú no puedes también.

Sí, algo mejor, gracias. Antes o después se pasa. Siempre se termina pasando.

Y siempre vuelve. Y siempre se pasa antes o después.

(Y siempre vuelve)

(Y siempre)




sábado, 28 de marzo de 2015

Si soy yo la espada

–Lleva paso firme, pero camina con ligereza.
Sólo se tropieza una o dos veces en el filo de la katana: la primera hiere, la segunda mata.

–¿Y si soy yo la espada?

–Posiblemente no sangrarás, pero tampoco te puedes forjar a ti misma.
Sólo recuerda: durarás si tu acero es muy dulce por dentro y el de fuera tiene pocos dobleces.
Debes saber también que tener el alma complicada no te resta agudeza.

–Madre, ¿duelen los golpes?

–A esa pregunta sólo puedo responder:
Lleva paso firme, pero camina con ligereza.
Sólo se tropieza una o dos veces en el filo de la katana.

Nakano Takeko (1847-1868)


miércoles, 25 de marzo de 2015

Zaragoitones

No sé por qué fuimos a Zaragoza. O sí: mi amiga Toñi quería hacer un viaje con su novio y yo era la carabina perfecta, porque podíamos hacer noche en casa de mis padres de camino a la capital maña.

Fue por 1994 y haciendo memoria resulta que no tengo el sentimiento de que Toñi y yo fuésemos tan amigas. Apenas teníamos nada qué ver la una con la otra, y sin embargo me prestó consejo y vestidos para eventos más formales de lo que yo estaba acostumbrada. ¿De qué hablamos esos dos días? No sé, ni sé si me hubiese vuelto a acordar nunca si no llega a ser porque me he encontrado una foto de la parada en Medinaceli a tomar café con milhojas de mantequilla de Soria, u otra en la que me niegan la entrada en El Pilar por llevar un pantalón demasiado corto (reconozcámoslo: poco más que unas bragas largas), o ésta hecha encima de no sé cuala muralla. Quizá la romana. Sí recuerdo que tuve que retrepar, o sea hacer el cabra.

Quizá la foto es mejor de lo que fue el viaje en sí. No importa.

Guardo las calzas (aunque no las uso), los rosarios (aunque ya no necesito polemizar con los católicos practicantes) y los mitones, que sólo saco del cajón en ocasiones contadas: la última hace poco en Zaragoza, me ha hecho gracia la coincidencia. Quizá tenga que llamarlos "zaragoitones".

He retrepado en mi vida más murallas pero si volví a hacer un viaje que no me terminaba de apetecer, no lo recuerdo. Quizá porque fui más lista y no hice fotos.
Aleluya.


domingo, 22 de marzo de 2015

Carmín

Flota tan agarrado; es una bandera.

La sangre que espesó de haber comido.

Obvio el resto: atención reúne.

Cambiaste una sonrisa que era fauce,
encubre y manifiesta lo más cierto:
quieres que te haga daño y no soy fiera.

5-6 de noviembre de 2009


La fiera

Intenta correr dentro de mi envoltorio bien vestido.

Creo que –la animo– salta por mis ojos, pero no es seguro.

¡Salta por mis ojos!

Qué inutilidad saltar así, como vivir lo mejor dormida.
¿Es hermoso lo inútil? ¿Útil lo hermoso?

Siento un sabor a sangre en la boca.

No sustituye al sexo.

Nada lo sustituye.


Escrito el 5 de noviembre de 2009


viernes, 20 de marzo de 2015

Azogue

Azogue

1.
Vino a mí el azogue
cuando tú viniste.
(Cimbrea, cimbrea;
que se junte la espalda
con la cadera).
Sumado a otro mayor
que ya había
–Pues si era el ahogo–
vino a mí.
–y ahora me azogo–
(Cimbrea, cimbrea,
cintura y cadera).
–es porque insuflas aliento a mordiscos–.


Mientras degusto en tu lengua la droga
ya la añoro,
ya quiero más:
que sea todo
cuanto de ti me fuere dado
en una vida intensa.
y luego otra vez.
y ahora más de lo posible.

2.
El azogue recubre de insectos mi espalda.
El azogue me vibra el pecho.
(Cimbrea, cimbrea;
vientre y tobillo,
muslo y cadera).
Se afila en una estrella de cristales que medran
–cuánto más lento más doloroso–
de dentro hacia fuera.

3.
Y como viniera
dirijo ahora un ejército de desjarretados.
Me arrastro tras,
por su espalda,
en bichos,
azogados.
Repto
–turgente sierpe–
hincada de sienes.


4.
Muéreme
cuando te llamo y agito la lengua.
Liba della,
azógame.

(Escrito en el año 94, 95 o 96. Las ganas de cimbrearse nunca se pierden).

lunes, 16 de marzo de 2015

'Custodios de la angustia' o qué rezo cuando no rezo a Quevedo


Repito algunos versos como mantras. "Relámpagos de risa carmesíes", o "Mil veces ciento, cien mil; mil veces mil, un millón".
Pero a veces necesito repeticiones hechas a medida para desconjurar la angustia con palabras, una y otra vez.

Custodios de la angustia

   Me arrancan, porque dicen que me quieren,
   pellizcos de mi carne y más me aturdo.

   Presionan mis costillas contra el vidrio
   que empaña con mi aliento su reflejo.

   Me inquietan con tan cálida ternura,
   son de intención tan buena y amorosa...
   Les dices "No me quieras" y comprenden,
   pero mantienen la presión, condescendientes.

   No entiendo su tutela: soy feliz.
   Respiro y la alegría me atraviesa.
   Sonrío y sonreír tiene sentido.

   Dicen que vienen pues les llamo por costumbre
   y si no llamo vienen ellos por si acaso.
   Y si aquí están -custodios son- custodian.

   Me clavan, porque dicen que me quieren,
   acicates de angustia y más me aturdo
.


Custodio de potentes muslos

sábado, 14 de marzo de 2015

Glass Façades

El móvil que uso tiene tantos megapíxeles en la cámara que el número del día en que vivo no los supera hasta que llego a mediados de mes.

Es un teléfono mostrenco para poder, por ejemplo, trabajar mientras paseo por la calle. A mi sobrinísima adolescente le alucina que parte de mi trabajo sea mirar el mail y Facebook y Twitter en la pantalla de este universo de mitad de cuarto de kilo. Mi hermana le pregunta a la niña una y otra vez que si aparte de trabajar en lo que su tía (que soy yo) quiere cobrar lo mismo. “Te morirás de hambre”, le recuerda. Yo no me ofendo: sé que hay épocas.

Lo uso mucho para escuchar música. He puesto cien y cien temas en una tarjeta de memoria (¡Tarjeta de Memoria! ¿No es adorable?) menor que la uña de mi meñique izquierdo.

Hace quince o veinte años enchufaba los auriculares a un caminhombre, un walkman –pronunciado 'güaqman'–. Lo dejé de usar, salvo para emergencias, cuando compré una radio chiquita que abultaba un tercio de lo que abulta ahora mi smartphone y que pesaba apenas lo que un par de pilas AAA. Reservaba el güaqman para aumentar puntualmente la producción de endorfinas o alguna de esas drogas que nos auto-regalamos. Los catalizadores eran casetes de Björk, Radio Futura, The Cure, Nusrat Fateh Ali Khan, Polly Jean Harvey... El resto del tiempo escuchaba Radio 3, que entonces tenía mucha variedad.

Recuerdo especialmente un mediodía en el que volvía de o iba a Lugo desde Madrid. Lugo no es Lugo capital sino el pueblo donde vive mi amiga de siempre y el viaje era la peregrinación anual para verla. El autobús hizo una parada larga en La Bañeza o Ponferrada o en algún sitio donde yo no recordaba haber estado una hora seguida, así que estaba desorientada, hambrienta y con poco dinero; o sea, como casi siempre. Alguien dijo que había mercadillo y me puse a caminar para que me circulasen mejor desde los oídos las obsesiones de Ramón Trecet, que presentaba a Philip Glass con gran fuerza dramática. Cerca y lejos me perdí. Atravesé caminando un bosque de edificios de gran altura durante los casi 8 minutos que dura “Façades”, y era la música la que permitía la existencia de esas fachadas, la que ponía el rojo a los ladrillos y el blanco a las persianas.


No me acuerdo de cómo fue (o había sido) el viaje, si discutí con mi amiga durante mi estancia lucense o nos jartamos de reír o si bailamos o fuimos a la playa o si volví con una cantidad de tristeza distinta en la mochila, pero que el locutor de baloncesto (a quién ya sabía yo calvo, con barba y con gafas) que llevaba “Diálogos 3” hiciese surgir una urbanización con chelo, flauta y clarinete ya no se me olvida.

No perdí el autobús. A veces no lo pierdo.
Di un paseo, comí algo barato y nocivo. Quizá leí.


Quería explicar uno de esos momentos de enloquecedora intensidad pero vacíos de contenido que empero jalonan esa parte mayoritaria de vida en la que no me está pasando nada.

Buen fin de semana.

A Pilar Baena